En el origen de Stendhal: FLoReNciA.



A Florencia llegamos cargados de ideas y lecturas sobre la ciudad del Renacimiento, pero la realidad lo superaba todo. BELLEZA es la palabra. Empezábamos a padecer STENDHAL

Llegamos de Venezia a las 6 de la mañana. Hasta mediodia no podíamos entrar en el hostel que habíamos reservado así que dejamos las mochilas en la consigna de la estación y salimos para la calle.  Ya había un montón de luz y las calles aún estaban desiertas, lo que nos permitió disfrutar de la plaza del Duomo (catedral) con mucha calma y hacer las primeras fotos.

 

  

Delante de la fachada de la catedral está el Battistero. Como era muy temprano, todo estaba cerrado, pero nos dio tiempo a  dar una vuelta alrededor de esta maravilla y asombrarnos por sus puertas de bronces, tan admiradas y conocidas como la del Paraíso.


A las 8 y media abrían las taquillas para poder comprar las entradas para el gran museo del Duomo. Por 10 euros se puede entrar al Battisterio, Campanille, Cupola y Santa Reparata. Nada más tenerlas en nuestras manos nos acercamos a la  puerta de acceso a la Cúpula de Brunelleschi.

Como en otros templos de Italia, no se puede acceder a ellos con camiseta o vestidos sin mangas o pantalones excesivamente cortos, yo pude solucionarlo con un chal que siempre llevo en mi mochila.


Hay que superar los 463 escalones en rampas estrechas, escaleras de caracol...algunos tramos se hacen cuesta arriba pero a medida que se va subiendo y mirando por alguna ventana, un@ se va haciendo una idea de lo que se encontrará al llegar al mirador: Florencia a tus piés.






Pero unos metros antes de disfrutar de estas vistas, se tiene la suerte de ver a escasos metros las pinturas que cubren la cúpula por dentro gracias a una pasarela que la rodea, impresiona.


Pero cuando se vuelve a bajo, desde la zona del altar  se disfruta mucho más de esta maravilla.



Después bajamos al sótano de la Catedral donde está las santa Reparata, las ruinas de la antigua y  primera catedral de Florencia en honor a una de sus co-patronas. Además de ver estos restos arqueológicos, también hay ruinas de casas romanas, el pavimento antiguo de la catedral o la tumba de Brunelleschi.

Al salir de la catedral  era casi medio día, aún no habíamos desayunado y pasamos por delante de una pizzeria, A TAGLIO, que ofrece pizzas al peso, unos 1`30 euros los 100 gr y la variedad es inmensa. Además son rápidos y las pizzas eran de las mejores que habíamos probado hasta ahora.

 
Llegó la hora de entrar en el Hostel. Cogimos el autobús y en menos de 5 minutos estabamos en HOSTEL SANTA MONACA. duchita y un siesta de una horita, no habíamos dormido casi nada la noche anterior, y "on the road again".

¿Nueva parada? Palazio Pitti y atravesar el Puente Veccio, el mas antiguo de Florencia.




Es un puro contraste. Desde fuera y al pasear por el tiene un aire de decadencia, pero todas las tiendas que hay a cada lado del puente  son joyerías y de lujo, que con el tiempo sustituyeron a las viejas carnicerías que arrojaban los restos al río.

Al pasarlo, cayó el primer helado florentino.

 
Escoger no fue nada fácil. Lo fuimos tomando de camino a la Piazza della Signiona, que bien merece un post aparte.

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