QUEN NON FOI A LISBOA NON VIU COSA BOA!!!










Esto siempre lo dijo la abuela de una buena amiga, lo comprobé y no le falta razón, como otras muchas veces. Lisboa enamora!!!En unos dias de julio hicimos una escapadita a esta ciudad y sus alrededores.



La primera parada fue la playa de O Guincho en Cascais, de gran longitud e ideal para practicar surf, windsurf y kitesurf. Pasamos la noche en el camping Orbitur Guincho a  un paso de la playa y muy cerca de la autopista que lleva a Lisboa. 

 

A la mañana siguiente arrancamos a Lisboa. Llegamos a la plaza del comercio, la plaza está a orillas del río Tajo y es una de las mas importante de la capital lusa. Dimos una vuelta por allí admirandos los grandes edificios antiguos de las calles de alrededor.
Plaza del Comercio

En la misma plaza cogimos un tranvia, pero de esta vez moderno, con destino Belén para disfrutar del monumento a los descubridores, la torre de Belén y el monasterio de San Jerónimo.



El monumento a los descubrimientos es alto, mide como 50 metros levantado en 1960 para conmemorar el 500 aniversario de Henrique el Navegante, descubridor de Madeira, Azores y Cabo Verde. 
La torre de Belém fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad a mediados de los 80. La torre tiene 5 pisos y termina en una gran terraza.


Se comunican por una estrecha escalera de caracol, en los que los dias de mas afluencia puede ser un poco agobiante. El precio por entrar fueron 5 euros.

Desde allí se ve el puente Vasco de Gama con 17 kilometros de trayecto lo que hace que sea el puente mas largo de Europa.

                        

Hacía un montón de calor y necesitabamos fresquito y que mejor sombra y aire fresco en el claustro del Monasterio de San Jerónimo. Allí encontramos una inscripción en una lápida que me gustó mucho.




Por la tarde comimos unos bocatas por la Plaza del Rossio y por allí nos subimos a un tranvia antiguo de camino al Castillo de San Jorge, en la cima de la colina de San Jorge la mas alta de Lisboa. Desde lo alto de la fortaleza hay unas vistas preciosas de Lisboa.

Además merece la pena perderse por las calles que rodean el castillo. Gracias a eso descubrimos un local que nos encantó: CHAPITO. Está a pocos metros de la salida/entrada del castillo, en la Costa do Castelo Nº 1/7, no tiene pérdida ya que pasas casi obligatoriamente por delante, y además, pone bien claro y en grande en la pared “ CHAPITO”, con lo que perderse es difícil. Es un espacio donde cabe todo tipo de arte: musica, teatro, cine, danza, así como conferencias y una escuela de circo. 























Tienen también un restaurante llamado Resto do Chapito. La carta está muy bien y variada con platos locales. Lo mejor es la terraza que tiene.

Por la noche subimos al barrio alto. barrio con mucho ambiente lleno de locales nocturnos y de tapeo.


El día siguiente fue el último, sólo teniamos unas horas y decidimos ir a Boca do Inferno. Es una gruta formada por la erosión que ocasiona el agua en las piedras, en la cual las olas demuestran su fuerza. A través de los años el mar ha ido desgastando aun más la milenaria roca. Tiene ese nombre debido a su forma y al sonido estremecedor que causan las olas al impactar contra las rocas, sobretodo si la visitan en días de temporal. 


Comprobamos que la abuela de Fátima tenía razón. Cuánta sabiduría popular!!!

Comentarios

Entradas populares