CiNqUe TeRRe, paraiso en Liguria.



La visita a Cinque Terre fue un acierto, llevabamos días pateando Venecia y Florencia y necesitabamos fresquito, mar y calma. Nos subimos al tren y después de 150 km llegamos a la Spezia. Desde allí tocaba respirar aire y pasear a orillas del Mediterraneo.

Cinque Terre es un trocito de costa del mar de Liguria en Italia formada por cinco pueblos de la Provincia de la Spezia: Monterosso, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore. 

Llegamos a la estación de tren de la Spezia,allí nos dijeron como llegar a la oficina de turismo. Nos dieron mapa de la ciudad, horarios de tren para recorrer la Cinque Terre y datos sobre alojamientos, al final nos decidimos por CASA PER FERIE IL GABBIANO, a unos 15 minutos andando de la estación. Dejamos mochilas y nos pusimos en marcha.


Compramos la Cinque Terre Card por 7,50 euros que permite usar durante un día todos los transportes que recorren la zona. Nuestro primer destino fué Monterosso, el pueblo situado mas al norte para después ir bajando hasta donde nos diera tiempo para volver a la Spezia.


Nos dijeron que Monterosso era el único sitio que tenía playa,aunque gran parte es privada y de arena nada, todo piedrecitas.


Pero  nos daba igual, queríamos descanso y vida de mar y eso lo  teníamos.


Después de una siesta y chapuzón volvimos al tren. 

Aunque los pueblos de la Cinque Terre están conectados por senderos que forman la Ruta del Amor, y por lo que nos contaron merece mucho la pena, pero no estábamos para caminar, por eso nos decidimos por el tren. Próxima parada: VERNAZZA.


Un pueblo muy bonito que nos recordó a Cudillero en Asturias, pero algo más pequeño. Tiene una plaza y un puerto muy chulo así como un castillo al que subir para disfrutar de unas vistas increíbles. 



A la bajada, paramos en un bar para tomar un aperitivo acompañado de un SPRITZ, nos aficionamos a esta bebida. La calle que va desde el puerto a la estación está llena de locales y terrazas fue el momento de hacer una parada técnica para comer una pizza.

Empezaba a ser de noche y nos estaba costando abandonar esta zona pero el cansancio nos podía. Volvimos al tren y paramos en Manarola. Ojeamos un poco el pueblo y dimos una pequeña vuelta, pero pronto era el último tren de regreso a la Spezia, tocaba volver. Al día siguiente decidimos volver a Manarola. Subimos hacia las colinas de vino y recorrimos un trocito de la ruta del Amor.

              

De Manarola a Corniglia, pero no la pudimos hacer entera, por derrumbe de rocas estaba cerrado un tramo y era imposible seguir, pero nos dio igual. Encontramos un sitio increíble con solete y agua cristalina para un descansito y chapuzón.





Agua transparente donde no hacia falta poner gafas para bucear, y con una temperatura perfecta. No podíamos tener un final mejor para nuestro viaje por el norte de Italia.

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